viernes, 19 de junio de 2009

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.


El evangelio que lleva el nombre de MATEO –un recaudador de impuestos que abandonó su trabajo para seguir a Jesús (9.)- fue escrito hacia el 80 d.C. y está dirigido principalmente a los cristianos de origen judío.

Dado el Carácter de los destinatarios, Mateo cita con frecuencia textos del Antiguo Testamente y se apoya en ellos para mostrar que el designio de Dios anunciado por los Profeas alcanza su pleno cumplimiento en la persona y la obra de Jesús. El es el ¨Hijo de David¨, el ¨Enviado¨ para salvar a su Pueblo, el ¨Hijo del hombre¨ que habrá de manifestarse como Juez universal, el ¨Rey de Israel¨ y el ¨Hijo de Dios¨ por excelencia. Mateo también aplica a Jesús en forma explicita los oráctulos de Isaías sobre el ¨Servidor sufriente¨, que carga sobre sí nuestras debilidades y dolencias. Y al darle el título de ¨Señor¨, reservado sólo a Dios en el Antiguo Testamente, afirma implícitamente su condición divina.

Este evangelista atribuye una especial importancia a las enseñanzas de Jesús y las agrupa en cinco discursos, que forman como la trama de su Evangelio y están encuadrados por otras tantas secciones narrativas. El tema central de estos discursos es el Reino de Dios. En ellos, Cristo aparece como ¨el nuevo Moisés¨, que lleva a su plenitud la Ley de la Antigua Alianza. También es el ¨Maestro¨, que enseña ¨como quien tiene autoridad¨ (7. 29) la ¨justicia¨ de ese Reino inaugurado y proclamado.

El evangelio de Mateo ha sido llamado con razón ¨el Evangelio de la Iglesia¨, por el papel preponderante que ocupa en él la vida y la organización de la comunidad congregada en nombre de Jesús. Esta comunidad es el nuevo Pueblo de Dios, el lugar donde el Señor resucitado manifiesta su presencia y la irradia a todos los hombres. Por eso ella está llamada a vivir en el amor fraterno y el servicio mutuo, como condiciones indispensables para hacer visible el verdadero rostro de Jesucristo.


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