viernes, 19 de junio de 2009

EL EVANGELIO DE LA INFANCIA DE JESÚS.


Ya en el Evangelio de la infancia. Mateo nos anticipa quién es Jesús de Nazaret. Su ¨geneología¨ se ha ido gestando a lo largo de toda la historia de Israel, que en él llega a su plenitud. Como ¨hijo de David¨, él es el Mesías anunciado por los Profetas y esperado por el Pueblo judío. Como ¨hijo de Abraham¨, es fuente de bendición para todos los hombres. Pero él es mucho más todavía: es ¨Dios con nosotros¨ (1. 23). María lo concibió en su seno por obra del Espíritu Santo, y José, al darle el nombre de ¨Jesús¨ (1. 25), asumió sobre él la función paterna y lo incorporó legalmente a su linaje davídico.

Todos los relatos de la infancia tienen un estilo literario propio del Antiguo Testamento, en el que abundan las apariciones, los sueños y las repetidas intervenciones del ¨Angel del Señor¨. De esa manera, se quiere destacar la trascendencia de los acontecimientos narrados. Por eso, mucho más importante que el aspecto anecdótico es el sentido religioso de aquellos relatos. Así, por ejemplo, la adoración de los ¨magos¨, que representan a os pueblos paganos, significa que la Salvación no está reservada exclusivamente al Pueblo elegido, sino que es para todas las naciones. Así mismo, por su huída a Egipto y su vuelta a la Tierra prometida. Jesús aparece como otro Moisés, que se pone al frente de su Pueblo y lo conduce al Reino de Dios.

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